TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A ALGÚN SITIO

El viernes día 14 de noviembre del 2019, se abrió el telón de la casa de la cultura de Milladoiro para la representación, por segunda vez, de Todos los caminos llevan a Santiago.

Una obra que he escrito y dirigido para el grupo de Down Compostela. Ahora que todo ha terminado, que en el éter del tiempo y del espacio se extinguen las frases de los actores. Ahora puedo decir que no ha sido la mejor obra que he dirigido.

—¡Cómo! —Exclama el seguidor de mi vida y milagros, en el supuesto caso de que lo tenga.

—Sí —posible seguidor de mis industrias y andanzas —Todos los caminos llevan a Santiago, no es una obra de la que esté satisfecho.

—¿Por qué? —pregunta incisivo el seguidor que me estoy imaginando.

Este es el momento de poner una pose de persona interesante. Aprovechando que llevo gafas, me las quito, las sostengo con la mano izquierda y muerdo la patilla mientras pongo cara de reflexión.

Espera un momento. Voy a mirarme en el espejo a ver cómo me queda la composición. Ahora vengo.

¡Ya estoy aquí! ¡Conseguido! Tengo una pinta de tío interesante que tira para atrás.

Tras esta sesión de frivolidad, estoy en disposición de contarte en qué creo que ha fallado Todos los caminos llevan a Santiago.

La obra trata de unos peregrinos que, en su ruta a Santiago de Compostela, encuentran a una serie de personajes que les hacen reflexionar sobre la verdadera esencia del Camino.

Dicho así este planteamiento no tiene gran recorrido. Es algo que se ha contado muchas veces en todo tipo de escritos y audiovisuales. Donde radica lo interesante es en los personajes que los peregrinos topan. Mi problema estuvo en que no fui capaz de definir a esos personajes. Con lo cual el texto no se enlazó de manera que el espectador pudiera seguir la trama en condiciones.

Pero se acabó. Aparco esta obra y vamos a por la siguiente. Es la ventaja del creador. Mientras haya papel en el mundo, se puede seguir escribiendo.

Eso sí. No me resisto a retomar (dentro de un tiempo) Todos los caminos llevan a Santiago y convertirlo en un texto mucho mejor.

Ahora estoy metido en la siguiente producción. Una versión de El flautista de Hámelin. Y como todos los caminos conducen a algún sitio, la experiencia me servirá para ser merjor artista.

¡Qué siga la fiesta!

Lee mucho, escribe mucho y luego me lo cuentas.

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